Vivir sumergido en el pozo del dolor puede llevar a la persona a:
- Aislarse y sentirse sola
- Autocastigarse, depresión, ansiedad, dejadez
- Creer mentiras que el enemigo pone para apartarle de Jesús
- Alejamiento de sus seres queridos,
Heridas mal sanadas conlleva a la toma de malas decisiones.